NUEVA ABSTRACCIÓN POST-PICTÓRICA
Fernando Clemente – Norberto Gil – Santiago Picatoste – Rebeca Ferrero
Los fundamentos del símbolo
Patricia Bueno del Río
Hacia 1940, Barnett Newman se preguntaba para qué pintar, posiblemente porque en su tiempo, lo conceptual se abría paso dando lugar a un mundo en el que cada vez cobraba más importancia la hegemonía del pensamiento. “Todo tiene una forma, y toda forma tiene un significado”, sugería por su parte con cordura Josef Albers, consciente de que en la creación, no existía desmérito o apocamiento por el hecho de enaltecer el color y la materia como razón única de su existencia cuando de pintar se trataba.
Ofrecer una imagen deconstruida, personal y subjetiva del mundo, se antoja hoy como la manera más romántica de crear una imagen verosímil, simplemente, por el valor de cimentar pensamiento y por el atrevimiento de mostrarlo en un mundo en el que prevalecen los mensajes directos. Es por esto que las distintas formas en que los artistas se enfrentan a la creación de formas abstractas son misterios que no atienden a un raciocinio metódico, tal vez, porque en la acción de despojarse de la carga – la matérica y la conceptual a veces – se deja solo descubierto la intencionalidad del que crea, esto es, la verdad del pintor que pinta, su sentido de la estética y su dominio de la técnica, cuestiones, que actualmente no son elogiadas, pero sí veraces pues, en el saco del hedonismo ¿quien está libre de carga para poder tirar la primera piedra? .
En el caso de los artistas que constituyen la muestra, esta forma de pensamiento parece ajustarse a sus metodologías de trabajo, haciendo uso de formas abstraídas simples que aparecen combinadas en composiciones personales sobre espacios que son casi siempre irreales.
Así ocurre en la obra de Fernando Clemente (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1975) un artista con una pintura intimista y emotiva que tiende hacia una abstracción particular. En su última etapa, Clemente ha investigado acerca de las cualidades físicas de la creación pictórica, del objeto, y ha enriquecido su lenguaje artístico con derivas que persiguen analogías formales entre la composición plástica y la musical, en la que se percibe el ritmo, el color y la línea como componentes equidistantes.
Sus creaciones, son un alarde de entusiasmo, un sentimiento difícil de racionalizar, que despierta la explosión creativa. Su geometría sitúa al espectador, mientras que el color lo envuelve. Pero a su vez, utiliza recursos de maestría que lo avalan como pintor de método, como son los resaltes, las sombras y solapamientos y denota la existencia de cierta nostalgia por lo primitivo, por la pureza.
Norberto Gil (Sevilla, 1975), por su parte, lleva a cabo una abstracción que parte de una idea pre establecida. En sus obras, se adivinan formas que remiten a la arquitectura o a elementos de ella, a través del uso de colores ácidos, composiciones estudiadas y factura impoluta.
Contemplar sus creaciones, obliga a discernir sobre la depuración de las formas, que llegan a reducirse hasta sus componentes fundamentales: líneas, planos y cubos.
Estructuralmente, presenta una armonía apabullante, a través de su estudiado trabajo previo de proporción y composición, con lo que obtiene como resultado una pintura de gran equilibrio entre geometría y el color. De ahí que sus obras sean básicamente constructivas, aunque logren tirar de la mirada, estimular la memoria e impulsar el pensamiento.
En cuanto al trabajo de Santiago Picatoste (Palma de Mallorca, 1971) con una amplia trayectoria, merece resaltar su capacidad evolutiva pues, se trata de un artista que compagina su fortísima personalidad con una constante vocación investigadora y una gran capacidad evolutiva, lo que lo ha llevado a pasar por distintas etapas, encontrándose ahora en un momento de síntesis en el que amalgama su reconocido estilo abstracto con cierta reminiscencia al mundo del Cómic.
Picatoste crea, ahora como antes, teniendo presente la espontaneidad, y la alquimia en el proceso creativo, pero su idea plástica se torna cada vez más expresionista.
Sus últimas creaciones cuentan con un material innovador y ecofriendly, el acetato polivinílico, que usa como aglutinante para su pigmento y que está creado a través de plásticos reciclados obtenidos de los océanos.
Por otra parte, su estilo cosmopolita que contrasta con el uso sistemático que hace del instintivo gesto, lo conecta con los estilos de la vanguardia americana del siglo XX y enlaza con la premisa que lo vincula a sus otros compañeros de cartel, la reducción conceptual hacia lo fundamental de su trabajo, o como dicen en el gremio: uniéndolo a la órbita de la “pintura pintura”.
Por último, Rebeca Ferrero (Béjar, Salamanca, 1990), una artista joven cuya creatividad le da cobertura suficiente como para ser el cuarto bastión de la muestra. Su obra, abstracta e innovadora combina su capacidad plástica con el riesgo que deriva del uso personal de la técnica que emplea, pues, a partir del grabado, crea composiciones genuinas que se basan en la superposición de diversas telas tratadas, lo que dan como resultado una obra única y subjetiva, con base en el género del paisaje.
Las escenas que resultan son sugerentes y atrayentes; evanescentes, lo que hace al espectador sumergirse en una especie de episodio onírico que le invita a pensar y sentir. Su originalidad radica, además de en el uso innovador de la técnica, en la selección de los materiales, – las telas – que superpone, combina y manipula para concretar la forma, más allá del simple soporte. Un uso que recuerda, en esencia, a la mítica frase de Louise Bourgeois: “Tejer como forma de sanar”.
En definitiva, un elenco heterogéneo y excelso, que hacen uso de la ambigüedad semántica para proyectar un enigma para la mirada del espectador, que se ve interpelado y actúa entre el deseo de ver y la dificultad para discernir qué se le está contando.
La imaginación es indomable y suscita emoción al despertar cuestiones internas que llegan a la razón y al intelecto, pero que parten de la mirada, esto es saber ver los códigos cifrados que te envían los hacedores de las quimeras que distan más de la mimesis. Aquellos que se desnudan ante su producción para dejar ver el origen, o lo que es lo mismo: el lenguaje, el medio y la idea.