Rosewood, imaginario de lejanía – Alba Cortés –
El aroma exótico de la pintura
Texto crítico: Patricia Bueno
«El pueblo de Holcomb está en las elevadas llanuras trigueras del oeste de Kansas, una zona solitaria que otros habitantes de Kansas llaman «allá». (Truman Capote, primeras líneas de «A sangre fría»).
Deslizarte sensorialmente a través de tus propios pensamientos es una manera tenue – o incluso cómoda- de buscar un bienestar efímero, inconsistente e irreal , pero que es tan necesario como efectivo para mantener el ansiado equilibrio que todos buscamos, y que, en esta exposición, parece convertirse, además, en el primer pensamiento sugestivo cuando se contempla en su totalidad, el grueso de las obras que la componen.
La pintura que lleva a cabo Alba Cortés ( Cáceres, 1991) para este proyecto, es especialmente visual a la vez que delicada. Llena de matices e intencionalidad, la artista presenta en Rosewood, imaginario de lejanía una serie de visiones espaciales parciales cuya presentación juega, por una parte, con los puntos de vista y los tamaños para demostrar que, en este caso, es ella quien nos indica en qué forma -y no otra -, se debe ver sus paisajes, como si de alguna manera, le dijese a un espectador que quiera ojear algo así como : ¡Sí!, es ahí, párate justo ahí.
Y este “justo ahí” es cercano al objeto protagonista, porque la vista que se ofrece es de fragmento, un paisaje reducido a un segmento de vegetación que parece fotografiado, muy contrastado, sugestivo y sugerente, que nos habla de una visión del exotismo descontextualizado, que parece concebirse con una intención clara de acrecentar el engaño que de por sí, supone la representación con tendencia objetiva moderada de la naturaleza, porque en su pintura, el realismo sufre un proceso de metamorfosis, que se produce a través de la evolución del concepto de imitación, lo que consigue recurriendo a una inteligente apelación al antiguo concepto estético de la mimesis, pero con una intención clara de evidenciar que el espíritu de los tiempos ha cambiado.
Su trabajo emana, por tanto, dulzura y subjetividad, y nos invita a soñar con los lugares imaginados cuyo viaje cerebral nos despierta sacudidas sensoriales como puedan ser un olor desértico, un vacío situacional, o un calor seco agradable del atardecer – o amanecer- de un paraíso soñado, descontextualizado, que parece estar siendo visto a través de una lente tamizada. En cualquier caso, estas representaciones parecen remitirnos a un lugar aislado, quizás a un no lugar, porque la luz que presenta, tampoco permite la comprensión lógica del paso del tiempo, y eso lo convierte en un escenario de tregua, entre lo la lejano y lo irreal, como continuidad trasmutada a través de una mirada hábil.
En definitiva, una pintura que emana perspicacia y denota el talante de perfección que siempre ha acompañado a esta artista quién, nos invita, con este proyecto, a contemplar y pensar en la apreciación controlada de una naturaleza sublimada, con una intención de dar belleza al propio naturalismo o a lo decadente, ya sea mediante la presentación de sus vigorosas vegetaciones en estado salvaje, o bien, a través de sus cielos envolventes y rotundos.
Patricia Bueno del Río
Marzo, 2022